El auge del teletrabajo cambiará para siempre las oficinas y ciudades

La nueva normalidad es un oxímoron. Por definición, si algo es nuevo, no puede ser habitual o cotidiano, y lo que se vislumbra a medida que avance el proceso de vacunación, tendrá más de nuevo que de normal. A lo largo de 2021 numerosas empresas decidirán si continúan con el teletrabajo o retoman la actividad presencial. Muchas continuarán trabajando a distancia: beneficia a la plantilla y a las organizaciones y cambiarán la sociedad en la que vivimos. 

Atraídas por los empleos que generaba la industria, a lo largo del siglo XX millones de personas migraron de las zonas rurales a los núcleos urbanos. En las últimas décadas se ha repetido un fenómeno similar, pero desde las ciudades de tamaño pequeño y medio hacia las grandes capitales en las que se concentra el empleo con mayor valor añadido, en especial en el sector científico o tecnológico, así como la mayor parte de la inversión extranjera (en Madrid, en 2018 se disparó hasta el 85,2% del total nacional). 

Semejante crecimiento poblacional en las grandes capitales ha traído consigo en muchos casos un empeoramiento de la calidad de vida: innumerables horas desperdiciadas para ir y volver de la oficina a hogares cada vez más lejanos, dificultad para construir redes sociales, crecimiento del precio de la vivienda, etc. 

Una oportunidad para la llamada “España vaciada” 

El teletrabajo es clave para un desarrollo más equilibrado del territorio; es vital para continuar generando riqueza y al mismo tiempo proteger el medio ambiente y promover un estilo de vida más saludable. 

La región de los Montes Universales, entre Cuenca y Teruel, es una de las áreas de Europa con menor densidad de población. A lo largo de las últimas décadas, provincias poco pobladas y con poca actividad económica de valor añadido han perdido aún más habitantes a medida que la construcción de nuevas autopistas y ferrocarriles facilitaban la “fuga” de sus habitantes.

El porcentaje de personas que teletrabajaban antes de la pandemia rondaba el 11% en España. Ahora, supera el doble, y algunos lugares de la llamada “España vaciada” ya han notado los efectos. En septiembre de 2020 multitud de escuelas de localidades pequeñas (muy pequeñas) reabrieron sus puertas tras años cerradas; en otros centros unitarios vivieron un incremento de matrículas por primera vez desde hace décadas. Numerosas familias que trabajaban en oficinas de las grandes ciudades se han trasladado a su “casa del pueblo” para vivir en entornos más espaciosos y cercanos a la naturaleza. 

 

El aumento del teletrabajo o el trabajo semi-presencial puede ser un revulsivo para las localidades pequeñas que disfruten de buenas conexiones a Internet y no se encuentren excesivamente distantes de las grandes vías de comunicación.

Algunos ayuntamientos, conscientes de las oportunidades que plantea el auge del teletrabajo, han tomado iniciativas para captar talento y transformarlo en un incremento del padrón municipal. Es el caso de Riba-roja d’Ebre, con poco más de mil habitantes, la mitad que en 1980. Esta localidad tarraconense ha habilitado un coworking municipal por el que las personas que trabajan en él abonan un precio simbólico. Además, pueden acceder de forma gratuita a los servicios municipales, como la guardería o el polideportivo. 

 

“Cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida”

Si este cambio de hábitos favorece a las localidades menos pobladas, también lo hace a las ciudades de tamaño medio, que generalmente gozan de una buena oferta cultural, entornos ricos en historia y arquitectura, o unas buenas infraestructuras de transporte: en una reciente encuesta en la que se pedía a personas expatriadas que valorasen las ciudades en las que trabajaban, Londres, París o Roma eran algunas de las que peor paradas salían. En el otro lado de la tabla, el podio lo ocupaban Valencia, Alicante y Lisboa. 

James Altucher publicó en agosto del año pasado un polémico artículo en su blog con el que se ganó su intervención en varios programas de televisión: “Nueva York está muerto para siempre”. En el post, este empresario relata cómo durante la pandemia esta ciudad ha vivido un éxodo hacia otros lugares del país, lo que ha vaciado las oficinas, restaurantes o teatros. ¿Y por qué cree  que esta vez es “para siempre”? Porque el ancho de banda actual de Internet permite que las miles de personas que se han marchado puedan seguir trabajando a distancia en sus oficinas con sede en Nueva York. Eso sí, con unos costes de vida más asequibles y sin perder tiempo en recorrer largas distancias hasta su casa... pero también sin consumir en sus tiendas, comer en sus restaurantes o acudir a sus teatros.  

 

¿Cómo serán las oficinas tras la pandemia? 

En la segunda mitad del siglo XX no había gran capital europea que se preciara que no hubiera levantado su barrio de nueva planta destinado únicamente a edificios de oficinas; otro tanto ha ocurrido en las últimas décadas en las capitales de los países emergentes. Hasta, al menos, el inicio de la pandemia, contar con unas torres altas en el perfil de la ciudad seguía siendo un símbolo de poder, aunque los edificios estuvieran semivacíos. ¿Qué ocurrirá ahora con estos grandes complejos? Con el teletrabajo e incluso con el trabajo semi-presencial, pierde sentido dedicar (y pagar) metros cuadrados para que decenas de personas simplemente trabajen frente a sus ordenadores. Son tareas que en la mayoría de ocasiones se realizan en solitario y que incluso se pueden hacer tanto en el horario tradicional de oficina, como en cualquier otro.  

El teletrabajo permitirá a las organizaciones dedicar su espacio a lo que realmente aporta valor a sus negocios y su clientela: pensar, intercambiar ideas y dar con nuevas soluciones.

Las oficinas del futuro cercano se asemejarán cada vez más a salas para pensar, formarse, reunirse o realizar presentaciones; espacios con sofás y butacas en las que conversar cómodamente, áreas de juegos y actividades en las que dejar que brote la creatividad, pizarras y paneles en los que compartir ideas. Las organizaciones que consigan coger esta ola serán más competitivas que aquellas que lo hagan cuando la “nueva normalidad” sea simplemente la “normalidad”. 

¿Realmente necesitas todos los documentos que tienes en la cajonera de tu oficina? ¿Necesitas tener tu propia mesa? Los espacios “para pensar” se combinarán con otros compuestos por mesas para portátiles o con ordenadores de sobremesa en los que cualquiera pueda iniciar su sesión. De este modo, cuando lo necesite, una persona del equipo podrá reservar una mesa y sentarse a trabajar un rato. Sin despachos ni espacios cerrados. En España, algunas empresas conocidas ya han anunciado que en cuanto venza su contrato de alquiler se mudarán a oficinas más pequeñas en las que habrá menos mesas de trabajo que miembros tiene su plantilla.

Teletrabajar exige alrededor de 4 m² por persona 

Desde que pueden teletrabajar, entre 14 y 23 millones de estadounidenses se están planteando marcharse a vivir a otro lugar. En 2020 los alquileres en las grandes ciudades se desplomaron con respecto al año anterior; en San Francisco, donde tienen sede empresas tecnológicas punteras, con empleos que en muchas ocasiones pueden ejercerse de forma remota, los precios cayeron un 31%.  

El coste entre vivir en una u otra ciudad, o en uno u otro país, puede ser abismal. Algunas empresas ya lo tienen en cuenta como una variable a la hora de calcular el salario, como Facebook y Gitlab, mientras otras, como es el caso de Reddit y Spotify han declarado que no variarán la retribución de las personas que hayan decidido mudarse a otra ciudad o país para teletrabajar.  

 

La gran mayoría de personas que teletrabajan no lo hacen desde una terraza amplia con vistas al Mediterráneo ni desde una casita a pie de playa en las Barbados, donde por cierto, para conseguir el visado con el que teletrabajar desde allá hay que demostrar unos ingresos superiores a más de tres veces el salario más frecuente del país. El parque de vivienda de España tiene una antigüedad media de 45 años, alrededor de 70 en Barcelona. Gran parte de estas viviendas corresponden a la época desarrollista en la que se levantaron barriadas para alojar a la mano de obra que requerían los grandes polos industriales. Muchas de estas viviendas son pequeñas y poco eficientes energéticamente, lo cual supone un freno para el teletrabajo: trabajar desde casa exige destinar alrededor de 4 metros cuadrados de superficie por persona y en muchos casos supone un mayor tiempo de uso de la calefacción o el aire acondicionado. 

Los nuevos desarrollos urbanísticos levantados en las últimas décadas en las afueras de las grandes ciudades replican el mismo modelo residencial, aunque con viviendas ligeramente más espaciosas. De este modo, es probable que en los próximos años vivamos un incremento de espacios destinados a coworking, aunque no necesariamente en el centro de las ciudades y las áreas más trendy, como en la actualidad. Asimismo, cada vez son más las promociones de viviendas que incluyen un lugar común para trabajar entre sus zonas comunes. 

Junto a la falta de espacio, las organizaciones temen un cada vez mayor aislamiento de su plantilla en su domicilio. Con la progresiva reducción del trabajo presencial, las actividades enfocadas a fortalecer el equipo y facilitar que las personas entablen relación con el resto del equipo se volverán más importantes que nunca. 

Muchas de las personas que residen en los entornos de las grandes ciudades dependen de largos trayectos de transporte público para desplazarse a sus oficinas, en el mejor de los casos, cuando no del vehículo privado. Todos los días laborables 100.000 personas entran en coche a Madrid; en Barcelona son 70.000. De acuerdo con un estudio de Caixabank Research, este tráfico se podría reducir en un 7% con trabajo semi-presencial y un 12,5% con teletrabajo. Un dato que tiene sus consecuencias en una mayor seguridad: la mayoría de accidentes de tráfico ocurren yendo y volviendo del trabajo.

Las metodologías ágiles de trabajo son clave para teletrabajar 

La Organización Internacional del Trabajo estima que el 27% de las personas que trabajan en países desarrollados podría hacerlo desde su casa. En España el porcentaje es algo menor debido al alto número de personas que se dedica a actividades que no pueden realizarse de forma remota, como la agricultura, la industria y el turismo.

La mayoría de las personas que teletrabajan considera que es igual o más productiva que cuando lo hacía de forma presencial. Sin embargo, existe una importante reticencia por parte de muchas organizaciones a facilitar que su plantilla teletrabaje: una encuesta realizada por Randstad en varios países del mundo reveló que el 69% de profesionales prefería teletrabajar pero su empresa no se lo permitía.

Para que el teletrabajo o el trabajo semi-presencial sea parte natural de la organización de una empresa, es vital apostar por metodologías ágiles de trabajo y aparcar definitivamente la jerarquía vertical de mando y los horarios rígidos. De esta forma, equipos multidisciplinares podrán trabajar conjuntamente, prácticamente de forma autónoma, con la vista puesta en un objetivo, y aportando cada cual según su área de especialización. Al fin y al cabo “no tiene sentido contratar a personas inteligentes para decirles lo que tienen que hacer” (Steve Jobs). De este modo, una cultura corporativa abierta y colaborativa, junto con la confianza en un equipo de personas honestas es fundamental para que el teletrabajo sea un éxito.  

Estas son algunas de las ventajas de las metodologías ágiles de trabajo: 

  • Dividen el trabajo en tareas que se realizan en iteraciones o plazos cortos de tiempo por lo que es mucho más fácil introducir modificaciones a lo largo del desarrollo del proyecto.
  • El cliente está involucrado en el desarrollo del proyecto, por ejemplo mediante revisiones y aportaciones al final de cada iteración, por lo que el producto final será fiel a lo que realmente está buscando.
  • Promueven el empoderamiento de las personas que componen los equipos, lo que incrementa su motivación y esto a su vez su compromiso. 
  • Se reducen los costes como consecuencia de evitar dilaciones innecesarias y optimizar el empleo de recursos. 

"Hay mucho talento repartido por todo el mundo y tenemos que poder trabajar de una manera que los apoye como trabajadores, independientemente de dónde vivan y especialmente cuando quieren desarrollar carreras en sus propias comunidades". La cita es de Jack Dorsey, director ejecutivo de Twitter. Las organizaciones que faciliten el teletrabajo serán más resilientes, atraerán a más talento y tendrán más probabilidades de crecer que aquellas que aspiren a volver a la “nueva normalidad” ¿Está tu empresa preparada? 

Xabier Pagola

Xabier Pagola

Inbound Marketing | Social Media Manager | Copy